Publicado en Folha de Sao Paulo
“Durante 35 años he sido libre y ahora vivo encerrado” dice Bardhyl, uno de los 26 hombres de la familia Kola que hace más de un año permanecen dentro de sus casas, amenazados por la venganza de sangre.
En Albania, pero sobre todo en la zona montañosa del norte, la más pobre del país, aun se asesina por venganza. Un derecho que históricamente reguló el Kanun, un código de conducta que se ha transmitido oralmente por más de 500 años y que hoy ya no se cumple al pie de la letra.
El Kanun de Lek Dukagjini, el más difundido de los cinco existentes, se compone de doce libros que regulaban la vida, desde la familia y el trabajo hasta el honor. Durante el régimen comunista el código fue prohibido, pero con la democracia y la catástrofe económica en 1996, que derivó en una guerra civil y un gran vacío de poder, la venganza resucitó.
“El Kanun quedó en el freezer durante el comunismo, pero el pueblo no lo olvidó” dice Luigj Mila, secretario de la Asociación Justicia y Paz quien en el año 2010 publicó un estudio donde el 80% de la población reconocía no confiar en la justicia. “Para muchos, la prisión no equivale al sentimiento de justicia albanesa”, afirmaba otro informe de Naciones Unidas sobre las ejecuciones extrajudiciales.
“El deshonor no se venga con una compensación sino con el derramamiento de sangre o con un perdón generoso”, reza el octavo libro del Kanun. El código establece tres casos donde una familia tiene derecho a vengarse: si un familiar es asesinado, si tu esposa es violada o si un amigo es asesinado en tu casa.
En el caso de los Kola, un primo de Bardhyl -con la complicidad de otros tres familiares incluido su hermano- asesinó a otro joven porque este le recriminaba que su familia no había vengado el asesinato de un Kola hace más de 15 años. Con la muerte del joven, todo los Kola, o sea el padre de Bardhyl con sus seis hermanos y todos sus descendientes, se encuentran bajo amenaza.
Según el estudio de Mila, en Albania hay más de 140 familias afectadas y el motivo es que según el Kanun “la casa del albanes es de dios y del huésped” y está prohibida la venganza dentro de ella. El número sin embargo no refleja la realidad ya que con la pérdida de la tradición muchas familias amenazadas no se encierran.
“La ley de la venganza de sangre involucra a todos los varones de la familia del homicida aunque estén en pañales”, dice otro artículo del Kanun, pero el miedo afecta a todos. Hace un año que los Kola permanecen encerrados y a no ser que sean perdonados o vengados, no podrán ser libres. Mientras, Bardhyl y su hijo varón Ermal, de 2 años no pueden salir de su casa. Sin embargo Yasmil, la niña de 6 años “los primeros diez meses tampoco quería salir al jardín y se quedaba detrás de la cortina llorando” dice Bardhyl con tristeza.
La reconciliación según el código medieval
“El mediador de sangre es quien se esfuerza por inducir a la familia del asesinado a reconciliarse con la del asesino”, dice el artículo 134 del Kanun. El envió de un mediador es un derecho y acogerle un deber.
Perdido entre las montañas del norte vive Sokol Dalja, un Bajraktari, como se conoce a los mediadores, que durante sus 78 años ha reconciliado a 100 familias. “Cuando cayó la dictadura empecé a reconciliar, era necesario debido al aumento de las venganzas” dice, mientras saca de un antiguo mueble de madera los certificados de sus mediaciones.
Sokol es Bajraktari porque heredó el cargo de su padre, a quien mataron cuando tenía dos años. A los 17, él mismo se reconcilió con la familia que había matado a su padre. “Cuando interiorizas el dolor puedes reconocer el dolor de los demás. ¡Si no sufres no puedes juzgar!”.
Para llegar a una familia “tienes que ser cercano, conocerla y tendrás que ir mil veces”, dice Sokol, mientras Alexander Kola, otro mediador de la ciudad de Shkoder, afirma que “no hay un espacio de tiempo definido, pueden pasar seis meses como seis años”. De hecho en el año 96, él mismo reconcilió dos familias que llevaban 83 años enemistadas.
Pero para que la reconciliación sea válida se debe realizar el “banquete de la sangre”, que se realiza en casa del jefe de familia del asesino con la participación de mediadores, parientes y amigos. El ritual consta en que el Bajraktari pinche el dedo meñique a los dos jefes de familia, ponga un grano de azúcar sobre la gota de sangre y que cada uno beba la sangre del otro.
Sin embargo lograr una reconciliación no es fácil, aunque, como dice el artículo 122 del Kanun, “conceder la tregua es un deber digna de hombre fuertes”.
Me apasiona este tema, pero quiero y anhelo que en mi tierra (La Guajira, Colombia) se entre a estudiar y planificar un sistema de reconciliación entre familias que estén o hayan estado enfrentadas que en cualquier momento puedan reincidir en estas prácticas. Voy a realizar un estudio sobre la venganza y plasmarlo en un ensayo en cuyas conclusiones se proponga al gobierno nacional, regional y local, que se establezca un sistema de conciliación, hasta conseguir los resultados anhelados.
Osvaldo Mejía Marulanda
Abogado y economista.
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